La noche se abre dentro de sí y yo me abro hacia dentro, como un puño cerrado.
Y como una palma abierta me siento, sostenido en tu regazo.
Atrapado en un sinfín de sentimientos volátiles y otros elementos voladores.
Viejos amores, recuerdos... incluso muertos vivientes.
Que aquí ahora mismo se encuentran viéndonos cogidos de la mano.
Cómo dos extraños ruiseñores.
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