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jueves, 22 de noviembre de 2012

Esto no sucedió en un café de Londres

El tiempo arrastra nuestros cadáveres siempre errantes, buscando un destino donde fijar la mirada que se derrite convirtiéndose en una masa espesa y blanquecina. Nuestros ojos líquidos se funden con la corriente y lo mismo ocurre con nuestro cuerpo, nuestra piel, nuestro corazón... nuestro férreo corazón acorazado, acorazado por nada mas que un esternón y veinticuatro costillas.
Todo forma parte de un fluir constante, un río de cadáveres que se amontonan los unos sobre los otros impulsándose así hacia un final fatal. El precipicio de la eternidad y las cascadas de la euforia que nunca pudimos sentir. En medio de la caída, parte de esa masa informe se juntó creando la silueta de un hombre y una mujer besándose, sus rostros desaparecieron nada mas juntarse.
Movimiento
El líquido siguió precipitándose a gran velocidad hacia ninguna parte, las cascada era infinita pero el infinito no pudo empezar en ninguna parte. El agua de la cascada se formó en el centro y se extendió arriba y abajo, pero en el infinito no existe un centro. Tampoco se extendió porque en su avanze hacia ambos extremos debió tener dos finales y el infinito nunca tiene un final. Visto así es imposible hablar de infinito sin hablar de eternidad, pero sin embargo también el infinito puede ser una ilusión y al igual que el tiempo es flexible gracias a un limite inalcanzable como es la luz, también el infinito puede tener dos limites correspondientes a sus dos extremos, dos límites que se extienden continuamente y hacen del infinito algo en continuo movimiento, siempre extendiéndose y alejando sus límites de nosotros, puede que el infinito no sea eterno sino inalcanzable y gracias a esos límites inalcanzables, siempre extendiéndose la muerte como tránsito y la existencia en la nada si tendría algún sentido o al menos si es acertado pensar que todo lo que no hemos conocido aún es nada. Todo lo que no es tiempo es nada y nosotros surgimos de ella un día para convertirnos en todo, para sumergirnos en la búsqueda de la realidad y de nosotros mismos, la búsqueda del todo en la nada. Todo lo que no es todo es nada, es el todo o la nada pero no existe el intermedio ni el infinito porque la transformación de la nada en todo tiene lugar en sus límites siendo imposible dar lugar a una distancia entra la nada y el todo, a un tránsito. La nada es mas profunda e inabarcable, la nada es eterna. Puede que no me creáis pues nunca nadie presenció algo así, solo yo... solo yo he estado presente en el precipicio de la eternidad y os aseguro que allí no había amor, no había humanidad ni ideas, todo eran monstruos. Yo he sido capaz de vislumbrar a aquellos amantes de invierno si es que se les puede llamar de esa manera, pues allí en el vacío no hay lugar para la poesía, solo hay nada, quizás podría decir amantes de la nada pero nadie cree en la nada por ser quizás algo demasiado imposible de abarcar para la fe por ser a su vez algo que todo lo abarca. Y eso es demasiado para abarcar la nada, demasiado poco. De todas formas aunque la nada no sea nada, lo cual es una estúpida contradicción, yo he estado allí y he vuelto, nadie puede afirmar lo contrario, nadie puede demostrarlo porque nadie es nadie. Y Nadie puede estar en la nada, de hecho nadie mas que Nadie puede negarlo, solo Nadie puede hacer tal cosa. Además de que Nadie es Nadie, una obviedad a primera vista pero no tan obvia a segunda ni mucho menos a tercera.Nada es Nada algo también obvio pero apuesto a que lo siguiente resultara para vosotros mucho mas impresivo y desconcertante: Nadie y Nada se conocieron en un café de Londres a las nunca en punto y yo aquello si que jamas lo vi, ni tampoco vi a Nada que, según Nadie, es una mujer encantadora y eso nunca me lo contó por eso no lo se y nadie lo sabe, solo Nadie lo sabe.

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