Un día el cielo fue púrpura, y el sol se empequeñeció ante una presencia mas solemne o quizás por el regocijo que le causa el mundo a veces. Tu amor hizo que te fundieras con el viento y las mareas, y yo te percibí a través de mil sabores por medio de mil sentidos, contemplé la aurora con estremecimiento, trepé los arboles en busca de la euforia e incluso creí besar el cielo mientras flotaba en la locura.
Ahora tierra, mar y aire vuelven a formar tu silueta, y tu desciendes de nuevo hacia aquí, entre nosotros, a este mismísimo infierno armada de olvido y de un sentimiento de "que hacemos aquí, de que somos culpables" y nadie es capaz de responderte, con todo lo que se dice y hace, hasta que yo alzo la mano y digo, con la indiferencia que se merece, "tu sabrás nadie nunca supo donde estuviste".
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