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sábado, 3 de noviembre de 2012

Eikasía



A veces nuestra visión del mundo es tan real que parece un fantasma, otras de la realidad de los fantasmas depende el horror que nos suscitan.
Los siguientes hechos que ahora me dispongo a relatar, forman parte de una larga serie de extraños acontecimientos que han tenido lugar en la historia de la humanidad. Algunos de ellos permanecen en el anonimato, otros constituyen muchos de los temas principales tratados en las tertulias de café o, en algunos casos, de televisión. No hace mas tiempo de que todo esto sucediera acudió a mi memoria el recuerdo de lo acontecido cuando mi auto-indulgencia y la pobreza de las circunstancias, quizá mas que pobres escasas en materia de asombro, lo precisaron.
Prescindiré de ciertos detalles de la historia ya que cuando ahondamos en un recuerdo, no demasiado nítido, e intentamos extraer con exactitud cada detalle; resulta inevitable caer en la tentación de adornarlo, un error mas que natural por parte de muchos literatos pero no por ello menos pecaminoso, ademas me gustaría ser lo mas objetivo posible, en la medida en que me lo permite el hecho de ser una vivencia propia lo que me dispongo a contar, mediante un uso escueto y preciso del lenguaje.
Allá en el año 1989 después de la muerte de mi mujer aun me encontraba embarcado en mi viaje a Bélgica  con la ayuda del dinero que me correspondió de la herencia, he de decir que a pesar de que la flor de nuestro amor, el de Vincenza y el mio, se fuera marchitando con los años, no era falto de generosidad el obsequio de tales cantidades de dinero, cuya cifra exacta no se me viene ahora mismo a la memoria pero que, de todas formas, terminó volatilizándose en un periodo bastante breve de tiempo, parte de ello en la compra de diversos objetos con el fin de satisfacer muchos de mis frívolos caprichos, siendo algunos de ellos: un anillo que data de siglos de antigüedad y un paraguas roído que en su día perteneció al mismísimo Erik Satie. Estas son las reliquias mas importantes y que aun sigo conservando. La otra parte del dinero fue destinada a la compra de mi vivienda en Brujas, donde me dirigí con el humilde propósito de huir de mi y de mis demonios personales ademas de por la fascinación que siempre me produjo un posible viaje a la ciudad, que se vió impedido por la indisposición por parte de Vincenza y que ahora, al fin, despertaba la ilusión en mi la posibilidad de incluso vivir allí, en aquella ciudad de la que tanto se o creí saber por todo lo que había leído, pero que jamás llegue tan siquiera a pisar, aunque si a tener una relación directa con ella gracias a las postales que recibía con bastante frecuencia por parte de mis amigos de los cuales muchos desaparecieron, todos de hecho excepto Giovanni con el que aun mantengo contacto desde Buenos Aires.
Aquel día el capitán Molloy dio la orden de anclar el barco, después de una semana con un fuerte viento a favor procedente de una tormenta cercana, el clima se tornó demasiado violento e incontrolable y solo cabía la posibilidad de esperar hasta que los vientos huracanados y el salvaje oleaje se fueran amainando por momentos para poder retomar el rumbo a nuestro destino, entonces situado a pocas millas de distancia.
No pasarían mas de tres días hasta que pudiéramos proseguir con el viaje, tres días a lo largo de los cuales se dieron los sucesos mas extraños que jamas ví ni llegaría a ver hasta el momento presente.

                                                                      I

Fue al mediodía cuando me desperté tras el lustroso banquete de la noche de los sábados y recibí el mensaje del capitán Molloy según el cual los tripulantes debían permanecer en sus respectivos camarotes hasta nueva orden, todo esto en boca del supervisor de a bordo un joven mojigato llamado Samuel cuyas facciones me resultaban tan extrañas como peculiarmente familiares, al igual que las del resto de gente que se encontraba en el barco. Si mal no recuerdo, Samuel era un muchacho de ascendencia judía y familia protestante, tenia apenas 19 años cuando dejo los estudios académicos si no por su torpeza si por su predisposición a darlo todo por perdido según contaba su padre Isaac, intimo amigo mío y que consiguió el trabajo de su hijo gracias a todos los contactos de los que disponía y que estaban dispersos por toda la localidad.
El bueno de Isaac era un hombre trabajador y altruista que como todo altruista escondía una perversa vanidad que también salia a la luz a través de las pérfidas facciones de su rostro. También era un hombre ya entrado en años al que delataban las canas y lo huraño de su presencia.
Tras su jubilación, Isaac decidió embarcarse también en el viaje llegando a compartir camarote conmigo, algo que dio lugar a roces de todo tipo, era también un gran adepto de Satie, compartimos varios vinilos de música durante nuestra travesía. A pesar de ser amigo íntimo, aunque cada vez mas a regañadientes, el no llegó a contar porque mantuvo a su mujer en la estacada a la hora de emprender el viaje.
En mas de una ocasión traté de sonsacarle de manera indirecta la razón por la que dejaría a su mujer abandonada pero Isaac era, ademas de un hombre de pocas palabras, alguien no muy dado a explicaciones por lo que debí deducir la naturaleza cotidiana del asunto, de no ser porque siempre que Isaac evitaba dar explicaciones el asunto se trataba de un buen meollo, un hombre predecible Isaac, también una persona sencilla precisamente por el hecho de considerarse alguien extremadamente complicado en una vida también complicada, aunque pronto la aburrida idea que siempre tuve de Isaac terminaría deshaciéndose para mi asombro.
Fue alrededor de las cinco de la tarde tras el descanso del almuerzo cuando se nos permitió salir a cubierta, ahora que el tiempo estaba lo suficientemente calmado como para rondar por la superficie pero no tanto como para seguir navegando. Después de recibir las correspondientes indicaciones de Samuel, nos apartamos del grupo para conversar tranquilamente y darme tiempo para seguir indagando, nuestro amigo se encontraba en uno de sus característicos estados de misantropía y aislamiento realzados por esa melancolía y nostalgia que, según el, le vinieron de familia así que no hubo demasiadas palabras de por medio aunque si destaco un hecho relevante, según Isaac su mujer se encontraba en el hospital velando por su madre enferma y creí recordar que en su momento dijo que ella era huérfana desde una edad temprana, seguimos conversando y no llegue a revelar mis pensamientos debido a la imposibilidad de verificar los hechos a causa de mi memoria cada vez mas atrofiada pero que al menos, me permite seguir con mi día a día. Es necesario aunque sea un mínimo de memoria para poder vivir. Ademas tampoco tenia la intención de ofender al bueno de Isaac del que quizás no merecía la pena infundir tales sospechas, a pesar de nuestros roces no había porque terminar una larga amistad a causa de mi perspicacia.
La tarde paso rápida todos los días se sucedieron con la fugacidad de un haz de luz que deslumbraba por mi asombro, así que terminamos cenando Isaac, yo y otra mujer conocida en el viaje bastante joven y de fuerte acento alemán, hablamos del amor y del Berliner Mauer, la chica viajaba sola en busca de su novio allí en Bélgica aunque no se si concrétamente en Brujas. Volví a encontrármela cuando fui al baño mas tarde, se hallaba a escasos metros de distancia, hablando con un hombre alto que llevaba un elegante sombrero de bombín al que no pude reconocer, ella por supuesto no me vio y yo, al darme cuenta de que no tenía vela en el entierro decidí ausentarme lo antes posible para no perturbar su intimidad, así que cruce la esquina justo cuando el hombre se dio la vuelta supongo, que al oír algún extraño ruido cerca del limite de su radio de visión. Tras la cena y demasiado agotados y ebrios como para entrar en conversación Isaac y yo nos recluimos en nuestro camarote sin decir palabra alguna.

                                                                    II

El estrépito se hizo en la noche, alrededor de las cinco de la madrugada, para cuando yo había despertado Isaac ya estaba vestido, aseado y fuera del camarote con el resto de gente.
Entré en el baño, busque el interruptor de la luz y tuve que ir a por un candelabro... Luego de haber entrado, de entre todos los utensilios de aseo esturreados por el suelo apareció la navaja de Isaac junto a una especie de carta que debí suponer, era de su mujer, decidí guardármela ya que aun podía conmigo la curiosidad, no se si debía ser algo importante lo que ocultaba nuestro amigo pero sin duda resultaba extraño que no me lo hubiera confesado aún. La puerta del camarote estaba entre abierta, ya llevaba tiempo deleitándome con el chirriar de las bisagras, al abrirla un fuerte viento me azotó la cara y la imbuyó de un frío aterrador, fue como despertar de un largo letargo y dar con la clave de toda la farsa que había vivido hasta ese momento. Todo aquello se manifestaba en la forma de un cielo oscuro, que tronaba con fuerza y evocaba miles de fantasías para cualquier romántico que estuviera presente, cabe decir que no me considero alguien romántico, simplemente cumplo con el tópico de hombre misterioso a primera vista pero en realidad, carezco de cualquier tipo de sensibilidad. Como iba diciendo el cielo atronador. las malditas bisagras y el violento susurro del mar, el mar siempre habla a susurros por muy enfadado que pueda estar, se fundían también con un tenebroso silencio sepulcral.
Mathilda Rosenbach (la chica alemana) estaba muerta, su cuerpo fue hallado completamente desnudo y desollado, su cabeza degollada y su sangre se mezclaba con un gran reserva del 32, en el interior de uno de los muchos barriles de vino que se encontraban en la bodega.
El capitán Molloy dio con el fiambre a lo largo de una de sus borracheras matinales, derribó accidentalmente el barril que contenía lo que el creía que era su única vía de escape en esta vida injusta para los bondadosos cuya condición no se pueden permitir y si me lo permiten, se podría extraer una metáfora del hecho sobre cuyo significado tendrán que dilucidar mas tarde si es que no lo vieron ya.
El pobre Molloy aún seguía emborrachándose por mucho que lo negara y cuando lo hacía le asentíamos con la cabeza pero todos sabíamos la verdad sobre el. Pobre infeliz, desde que su mujer lo abandonó la cosa se le puso bien cruda mas quien no se compadecería del buen hombre. Desde luego Molloy no daba crédito a lo que vieron sus ojos, de verdad que no supo como reaccionar ante tan cruenta broma, pues aún siguió pensando que se trataba de uno de los efectos alucinatorios del alcohol y temió la amenaza inminente de un delirium tremens. No cabe duda de que el asesino tenía un agudo sentido del humor si no la propia Mathilda, aunque ella era algo mas insulsa (de las de soga al cuello, supongo) y ademas no tenía demasiadas razones para quitarse la vida... era guapa, inteligente, adinerada y con una buena compañía allá en Bélgica, aunque no se si concretamente en Brujas, también gozaba de un frustrante acento alemán capaz de sacar de quicio hasta a la persona mas sosegada y formal.
Mientras tanto Molloy murmuraba una gran cantidad de palabras inconexas, se encontraba incapaz de decir algo con un mínimo de coherencia y el circunspecto rostro de Isaac se tornaba de un blanco esperpéntico, las cuencas de sus ojos sobresalían mas de lo normal y se marcaba notablemente el relieve de sus venas tras la superficie de sus globos oculares a punto de explotar. Finalmente extendió la mano para coger su abrigo de piel de orangután y nos encaminamos a enfermería donde tendrían que reanimarlo mas tarde, durante ese tiempo pude echar un vistazo al menos a gran parte del manuscrito que halle en el baño, decía así:

Querido Isaac, las cosas han ido quizás demasiado lejos, mas de lo que pude esperar en su momento es decir, cuando era consciente de que el secreto podía irse de nuestras manos y decidí darlo un poco mas de sí por pura diversión. Contigo he vivido montones de experiencias intensas aunque también hubo mas de un desliz... pero me siento agradecida por mi vida desde que estas a mi lado.
He sido un río de caudal irregular y no demasiada pendiente, entre una orilla provista de una hermosa vegetación y otra cuyos restos son los de un amorío cuya fascinación fue comparable a la breve intensidad de los primeros días. Tu has sido mi orilla verde, siempre verde y joven, siempre sorprendiéndome, renaciendo a cada instante como un hombre nuevo e inspirador.
Pero desgraciadamente es momento de olvidar lo vivido, que pudo durar mas pero descuidamos las distancias. Ya no hay marcha atrás...`

Justo en ese momento fui interrumpido por Isaac que al salir de enfermería y verme inmerso en la lectura me arrebató efusivamente la carta de las manos. Nuestro amigo se mantuvo ausente durante buena parte de la t arde, ni siquiera comió nada, y a Isaac se le consideraba como un verdadero amante del arte culinario, en cuanto a la carta no pude ver el remitente pero estaba bastante claro que era o de su mujer, llegando a descubrirla el mas tarde, o de alguna amante, algo bastante inusual viniendo de parte de alguien como Isaac, no quisiera importunarle pero lo cierto es que ya le costó lo suyo preñar a una muchacha quinceañera para lograr que esta compartiera con el su vida y por lo que yo se, que no es poco si me permiten dicha aclaración, a Isaac no le gustan demasiado las mujeres y el sentimiento es recíproco. De todas formas no tardaría en volver a dar con el manuscrito al día siguiente.
Volviendo al  tema de Mathilda Rosenbach y la aparente locura inmediata de Molloy, toda la tripulación fue convocada a una reunión al día siuguiente, en el gran salón, supongo que con el fin de encontrar al culpable y de buscar algo de refugio.


                                                                    III

12:04 de la mañana, se hizo la luz, para algunos amantes del sueño discreto quizá demasiado tarde y no de tan buen agradecer, pero ahora que podía disfrutar de un día de aparente normalidad y después de toda la contienda del anterior, dormir era lo menos que debía hacer para reponer las fuerzas, así que baje los pies de la cama, primero el izquierdo y luego el derecho, para terminar haciéndome con las zapatillas de estar por casa, aunque no me encontrara precisamente en casa quiero decir, siempre he sabido que terminaría yendo al infierno dado que no soy demasiado religioso y de hecho aun sigo teniendo la certeza de ello pero ¿acaso me había llegado ya la hora? ¿no eran estos mis primeros días en el inframundo?
Afortunadamente ya estoy aquí años después para desmentirlo aunque terminaría acostumbrándome y ese es uno de los sinsentidos del infierno. Estoy en completo desacuerdo con la manera en que esta estructurado el mundo según nuestro amigo Dios, ya que este sabe lo que se acontece y lo que se acontecerá por lo que también ha de saber quien va al cielo y al infierno y, la verdad es que esta claro que el muy necio ha preferido dejarnos a todos con las ganas de saberlo. He aquí la respuesta a la existencia de todas las religiones: Dios es un mamarracho. Pero bueno dejando mis creencias a parte, ya afirmé en la introducción que intentaría ser lo mas objetivo posible y ya ven por que siempre me lo propongo antes de relatar algún hecho. Sin mas preámbulos me dispongo por fin a continuar con mi relato.
Isaac se despertó bastante temprano como siempre, y como siempre no me avisó, de todas formas ya sabe cual es mi humor por las mañanas. Al abrir la puerta que conduce al exterior del camarote, mire a ambos lados del pasillo para ver si algo se salía de la normalidad pero por el momento todo parecía ir de perlas. Por la izquierda se hallaba el señor Pimperl el esquizofrénico como no paseando a su gran danés por el pasillo de los camarotes, algo totalmente en contra de la normativa impuesta aunque ya se lo reprocharan mas de una vez, y es que también fue posible gracias a su discapacidad que le permitieran llevar a su mejor amigo a bordo. A la derecha un grupo de niños correteaba jugando a "buscar al asesino" supongo que una especie de aventurilla que se inventarón aprovechando los acontecimientos y es que la vida es una historia que se cuenta una y mil veces por medio de miles de bocas distintas. Yo soy un hombre que respeta en gran medida las historias, ya sea la de un pobre mendigo contando que tal fue la mañana buscando una miga de pan o la de Lovecraft hablándome de los mundos de Cthulhu. Todo sea con tal de tener a alguien contándome alguna de las historias que siempre se acontecen en lugares tan lejanos pero que, en verdad, están tan lejos dentro de nosotros como cercanos, mas cerca que nosotros de nosotros mismos incluso. Como iba diciendo, adoro las historias y doy por igual de válida que la mía la de esos muchachos inocentes que no por ser mas lúdica es menos fiel a la realidad. Me explico, quizá con los años, mientras nos despojamos de la inocencia nos convertimos en una gran cebolla de mentiras, si me permiten la expresión. Quizá tratando de tomarnos tan en serio ciertos temas que nos resultan un tanto peliagudos, no hacemos mas que ir añadiendo capas a esa cebolla de mentiras cuya única utilidad es la de proporcionarnos el placer de un intenso y pasajero lloriqueo al final de nuestra vida, que nada nos ha dicho de las impresiones de nuestro viaje. Quizá en realidad debamos vivir como niños entonces, olvidar los prejuicios y cambiar esa cebolla por una gigantesca pompa de jabón cuanto mas grande mas fiel y rica en contenidos, pues mayor será la cantidad de ellos que abarque la imagen proyectada sobre su superficie, dado que las cebollas solo se distinguen por su opacidad a la hora de ir añadiendo mas y mas capas de mentiras, mientras que las pompas de jabón, captan desde la perspectiva de la inocencia la esencia del mundo que vivimos o mas bien, contamos.
Y con todo esto me he vuelto a enredar, como iba diciendo, una vez crucé el pasillo llegué al vestíbulo principal donde había una congregación de mujeres hablando sobre el asesinato de Mathilda Rosenbach:
-Aquella muchacha... ¿era un poco extraña no? lo cierto es que no hablaba con nadie, quien sabe si llegó a embarcarse en compañía de alguien conocido.
La novia de Samuel, que tan mal caía a Isaac por ser "una vulgar fulana", trataba siempre que podía de entablar conversación con el resto de mujeres mucho mas mayores que ella con el fin de parecer lo menos neófita posible en cuestiones sexuales o, como ella las llamaba, de madurez.
-¿Que hacía una mujer como aquella de camino a Brujas?
-Vete tu a saber, si no se relacionaba con nadie, probablemente fuera una millonaria enferma, de todas formas lo único que importa ahora es que la nena esta muerta.
Mónica, la señorona del lugar siempre se caracterizó por ser tan directa y mordaz en sus proposiciones, muchas veces llegaba a ofender a los presentes y mas de una terminó enzarzada en una pelea de bolsos.
De repente Samuel irrumpió en el vestíbulo:
-Les ruego que acudan lo antes posible al salón principal según lo acordado ayer a las 7:30
Al parecer ya había llegado el momento de la reunión y todos los tripulantes nos dirigimos al gran salón donde nos esperaba alguna que otra noticia inquietante.
De camino al salón pensé en la carta que hallé en el baño, estuve rebuscando en el cuarto antes de irme y no la encontré en ningún sitio, de todas formas Isaac debía estar en el salón y la carta, en su bolsillo si es que no se había despegado de el ni él de su abrigo de piel de orangután, algo de lo que ya me aseguré cuando eché un vistazo al armario, la carta estaba en su abrigo y solo bastaría con un suave movimiento de manos para hacerme con ella, pero desgraciadamente jamás la encontré aunque tras lo acontecido he podido divagar sobre su procedencia.
Al llegar a nuestro punto de encuentro, en medio del bullicio y del resonar de los zapatos, que llevaban los ciudadanos de clase alta, con el suelo de mármol, decidí quedarme quieto justo en el centro de la sala, debajo de aquella gigantesca lampara de araña que tantas disputas generó entre sus posibles compradores, pues tales fueron las contiendas entre las gentes que ansiaban hacerse con ella que se decidió llevar a cabo una subasta al final del viaje. En aquel momento ni a mi ni a ninguno de los presentes se nos ocurrió la idea de levantar la mirada hacia el techo para contemplar lo que para muchos se convirtió en el principal motivo de su viaje, llegando incluso a olvidar su propio destino. No es de extrañar que esto ocurriera, todas las personas de allí se sintieron perturbadas y asustadas nada mas irrumpir en el lugar y, teniendo en cuenta los bajos preceptos morales por los que se guiaban estos hombres de fortuna, aquello ya era mucho mas de lo que podían hacer para expresar su condolencia, aunque solo mostrasen una ligera preocupación por su seguridad. De repente se levantó la voz quebrada de Samuel, disfrazada de unos aires de solemnidad.
-Como todos ustedes saben, en el día de ayer fue cometido un asesinato que ha conmocionado a toda nuestra comunidad. A excepción, suponemos, de la persona que lo realizó y que ahora mismo aquí se encuentra enmascarada en su propio cinismo, un cinismo al que ahora debe estar aferrándose como a su última vía de escape, la única que le llevará a la libertad tras pasar por la presunción de su inocencia.
Todos sabéis bien que nadie, absolutamente nadie, saldrá de aquí durante las próximas horas hasta que no se haya llegado al menos a una conclusión fiable así que ahora comenzaremos por repasar los acontecimientos previos al homicidio y posteriormente cada uno de los presentes contará de manera detallada que estuvieron haciendo en el momento anterior a los hechos.
Recuerdo muchas de las cosas que se dijeron entre aquellas paredes, pero por su nimiedad, su exposición aquí no conviene demasiado. Al caer la tarde, después de que nadie pudiese decir algo cuanto menos relevante. Samuel se dispuso a encender la lampara de araña para iluminar los rostros de estupefacción de todos los tripulantes. El joven mojigato no dijo palabra alguna conforme se acercaba cada vez mas al sitio del cual colgaba el cadáver de su anciano padre. Mudo del terror y del asombro, encendió cada uno de los candelabros con parsimoniosa templanza y todos los que se encontraron abajo quedaron sepultados bajo el silencio.
Después de lo ocurrido y aprovechando que la policía aun no fue avisada se decidió no decir nada de lo ocurrido. Todos aquellos pobres ingenuos quisieron creer en fantasmas, no había pruebas de que nadie fuese el culpable y en cuanto a la opinión que se tenía de Isaac... Nadie durante su estancia, llego a percatarse de su mera presencia, nadie excepto yo por supuesto. Así que en breves palabras os expondré mi versión sobre los hechos.
La mujer de Isaac iba a bordo del barco con la falsa identidad de Rita Hesse y se encontraba en pleno viaje a Bélgica al encuentro de su amante Giovanni. Aquella noche en la que encontré a Mathilda conversando con el hombre del bombín fue la misma en que sucedió el asesinato y, a la vez, la huida de Mathilda que, una vez hubo desaparecido, sólo serviría de antecedente al siguiente paso: la suplantación de su identidad con el fin de evitar sospechas. La mujer de Isaac guardaba un gran parentesco con Mathilda y tras su mutilación no sería difícil confundir ambos cuerpos. Mi teoría es que Mathilda necesitaba huir después de ser descubierta su identidad como espía del gobierno y lo hizo tras abortar su misión en Brujas. Para ello pidió la ayuda del hombre del sombrero que tan sólo tenía que ofrecerla la posibilidad de que alguien suplantase su identidad ya que las dotes para la discreción de las que Mathilda estaba provista la habían ayudado a que nadie supiera de su existencia, pero sin embargo era necesario que alguien la ayudara a salvar las apariencias. Ahora bien el hombre del sombrero era Isaac, la única persona ademas de mí con la que Mathilda pudo entablar conversación y la única de cuyos servicios pudo disponer en el momento a cambio de la cuantiosa cantidad de 20000 dolares que posteriormente deberían ser repartidos entre él y la mujer que suplantaría su identidad. Cuando llegó el momento y Mathilda fue recogida por la noche por sus colaboradores del centro de espionaje, Isaac se dispuso a elaborar su maléfico plan: acabar con la vida de su mujer primero por el miedo de confesar a esta su romance con la autora del manuscrito y segundo por lo tentador de quedarse con todo el dinero. Así Isaac mataría a dos pájaros de un tiro y comenzaría su nueva vida con la que era su amante. Aunque para desgracia de nuestro amigo, su amante, es decir, mi mujer, estaba muerta.
De todas formas Isaac como ya habéis visto, termino quitándose la vida, en un arrebato de remordimiento y desconsuelo.
Resulta curioso que tantas cosas ocurran por tantas razones y a unas ciertas personas estrechamente relacionadas en una determinada situación, en la que todo se desentraña con la misma facilidad con la que un gato termina deshaciendo su ovillo de lana. De hecho, aun me sigo riendo cuando pienso que, de no haber ido al baño aquella noche, probablemente yo habría sido el afortunado propietario de los 20000 dolares o al menos habría podido evitar semejante tragedia cuando mi amigo se viese obligado a compartir la suma de dinero también conmigo.
Mi nombre es Harry Wilson, vivo en Brujas y soy un gran aficionado de Satie y de otros músicos franceses del impresionismo, probablemente nadie haya contado todo, tal y como sucedió en el viaje, pues todos han decidido callárselo bajo la convicción de que lo sucedido se debió a un hecho paranormal, un hecho ajeno a las explicaciones que se podrían dar en cualquier circunstancia de nuestra vida cotidiana. ¿Podréis creerme si acaso os digo que todo esto os lo cuento en nombre de la verdad? Pues yo nunca en mi vida, creí en fantasmas y, ni aún después de lo ocurrido, nunca lo haré.


A 5 de octubre del 1996
Harry Wilson, condenado por ser el culpable de los crímenes perpetrados en la embarcación de Santa Bárbara en 1989.

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