Las malditas cuerdas me aprietan con fuerza y se tensan sobre la superficie de mi carne dejando tras de sí un escozor inhumano que no cesa, que cuando desaparece de un lugar aparece en otro y mientras tanto aun sigue en el anterior su recuerdo. El ardor que sucede al acto, malditos recuerdos y maldito ardor.
Hago fuerza y las cuerdas cada vez parecen cerrarse hacia dentro y allí estas tu, sentada(no lo veo pero lo presiento), cruzada de piernas disimulando las sombra de tus muslos cuando en realidad, sin darte cuenta lo que has hecho es disimular la sombra con una sombra aun mas grande.
Maldito ardor, si intento incorporarme las cuerdas me arañan en sentido descendente dejando un ardor esparcido imposibilitado por la imposibilidad de la tensión de la cuerda.
Y mientras el sol entra por entre las persianas y deja ver un espejo frente a mi que, sin que nadie se lo pida, me hace hacerme con tu imagen.
Maldito ardor.
Las cuerdas parecen haber desaparecido después de haberme hecho con tu rostro turbulento a la par que sosegado.
Una broma cruel convertida en despiste hace que la silla,torpe de ella, tropiece con algún objeto que no he llegado a ver pero que por lo que he podido sentir era algo blando a la par que robusto.
Caigo en un estanque lleno de algo ácido y desapareces tu, tu y todo lo demás junto al espejo... y el sol.
Abro los ojos y se esta oscuro y húmedo.
Delicatessen.
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